
Con qué trabas se enfrentan las pymes cuando quieren exportar
Aunque concentran el 80% de la producción nacional, las pymes casi no inciden en el comercio internacional. “Una cosa es la importancia de que se inserten en el mundo y otra, la realidad de las que ya lo hicieron y de las que aún intentan hacerlo. Una pyme que exporta puede sostener al productor o dar prestigio a una zona y servir como ejemplo, como ocurre con el sector vitivinícola, pero no figurar en la balanza general”, plantea Ricardo Diab, secretario de Comercio Exterior y Aduanas de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Y analiza: “La Argentina tiene una particularidad porque está colocada en un sitio del globo muy lejano de los grandes movimientos económicos y no ha privilegiado el desarrollo de las pymes”.
Complicaciones para las empresas
Las complicaciones pueden ser muchas. Entre ellas, se destaca la falta de “espalda” para aguantar los vaivenes económicos. “Generalmente, los pequeños no pueden soportar esos cimbronazos. En las pymes, el riesgo es muy directo. Además, normalmente, no cuentan con un departamento de comercio exterior propio y deben recurrir a terceros”, afirma Diab. Es entonces cuando acuden a cámaras binacionales, organizaciones no gubernamentales y al propio Estado, que “arbitran como un departamento externo de comex”.
Asimismo, al querer exportar o importar, los inconvenientes aquejan a las pymes desde el minuto cero. Las que lograron desafiar a la adversidad se circunscriben al rubro alimentos o al de maquinarias específicas. ¿Las zonas? Las establecidas economías regionales de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Río Negro; y otros sectores con algunos exportadores más específicos, como Mar del Plata (Buenos Aires) o Rosario (Santa Fe), con su pescado de río. Los principales destinos son Bolivia, Paraguay, Perú, Brasil, Panamá y México.
Sin embargo, el hombre de CAME se lamenta: “Tuvimos más fracasos que éxitos”. Y evalúa qué factores pueden conducir al descalabro: “Algunas firmas son excelentes, tienen buena capacidad y están bien equipadas, pero quedan descolocadas ante el cúmulo del costo laboral, energético e impositivo para generar la producción. Es ahí donde se desfasan en comparación con otros países”.
Además, agrega que el reto que tienen las pymes es capacitarse más, que es lo que les reclama el entorno: “Es indudable que todo pasa por ahí y es imperioso para que sean más competitivas”.
De acuerdo a Diab, hay situaciones donde la firma “no está capacitada o no tiene la inteligencia técnica suficiente, pero tiene las ganas, la vocación y la voluntad”. “El problema es que con eso no alcanza”, considera quien además preside la Asociación de Centros Comerciales de la Región Rosario y de la Asociación de Empresarios de la ciudad santafesina.
La gran preocupación, reconoce, es que, ante la posibilidad de abrirse al mundo, la compañía mine años de esfuerzo, o peor, el trabajo de generaciones: “Para que la exportación sea un proyecto y no un hecho espasmódico o un simple acto reflejo, se deben analizar muchas variables, de modo que la primera exportación que se haga tenga un sistema administrativo, financiero y productivo acorde a lo que se va a necesitar. Y debe saberse que, si hay una falla o una problemática, ésta no van a perjudicar al resto de la empresa”.
Qué pasa al establecerse en Europa
Una de las aspiraciones más comunes es desembarcar en el Viejo Continente. Pero el peligro es hacerlo sin estar preparado, por lo que la compañía puede ahogarse financieramente y socavar la producción para el mercado interno. “Nuestra responsabilidad es guiarlas para que tomen recaudos, porque al principio todo es novedad y pura alegría, pero luego, al entrar en un mundo tan complejo, muchas no saben cómo asegurarse de que van a llegar al otro lado del río o volver atrás sin sacrificar a la empresa”.
Una estrategia para minimizar el riesgo, explica Diab, es apostar a la integración productiva, que significa que la pyme acuerde con la contraparte generar una acción conjunta, como, por ejemplo, convertirse en un eslabón de la cadena de valor del socio al otro lado de la frontera. Este curso de acción da más persistencia en el tiempo, porque hay dos partes comprometidas y se buscan variantes para estimular el sentido de pertenencia.
“Es como un matrimonio. La idea es que la primera discusión no lleve a la separación, sino aguantar hasta que pase la tormenta y seguir adelante”, bromea Diab, pero resume con sencillez el sentido no solo de que haya acuerdos bilaterales, sino también del rol de mediador y facilitador que cumplen CAME y también los entes binacionales en las complejas relaciones comerciales entre la Argentina y el resto del planeta.
Perspectivas para 2018
“La cuenta pendiente con las pequeñas y medianas empresas es hacer efectivo lo que se habla”, puntualiza Diab, al tiempo que cita: “Alguien dijo: ‘las pymes están en boca de todos, pero en manos de nadie'”.
Para ayudarlas, la CAME les brinda capacitación y asesoramiento en los trámites, como su oficina en Aduana, con especialistas en Derecho Aduanero. Además les acerca conocimientos reales, prácticos y técnicos, análisis e investigaciones de los mercados a abordar. Por otro lado, su rol se articula con las instituciones estatales: colaboran con ellas, pero también les hacen llegar los reclamos de las firmas.
“La Ley Pyme se creó para mejorar el estatus y la ley de ART puede contribuir a esta finalidad”, sostiene Diab, “pero hay mucho por hacer”, acota. “En líneas generales, al no haber modificaciones trascendentales en cuanto a la economía respecto a 2017, creemos que 2018 va a transcurrir muy parecido al año pasado. Se está cimentando la apertura de mercado y la atracción de inversiones, pero mientras eso no se concrete, no creemos que se modifique en demasía”, admite el ejecutivo, e insiste en desarrollar más herramientas para facilitar el comercio exterior, como la eliminación de trabas burocráticas para elevar la competitividad.
“Todas estas cuestiones las vamos a ir solucionando. Esto no genera costos para el Gobierno. Por usos y costumbres, hacíamos 20 trámites para que se aprobara una importación o exportación y hemos logrado que eso se agilice. Pero cuando llegamos al punto de, por ejemplo, los costos laborales, donde el Estado tiene que resignar ingresos, aparecen las trabas. En esa readecuación está la discusión real”, manifiesta. Los gobiernos incentivan a las pymes invitándolas a ferias, reuniones de negocios y viajes al exterior, pero luego chocan con las trabas que el Estado les impone.
A modo de síntesis, esperanzado, Diab concluye: “Resta ayudar a las empresas con financiamiento, capacitación y facilitación. Estamos entrando en otra época, una nueva, donde se avanza en el proyecto de desburocratización y se van tomando medidas. Va a tomar tiempo, pero estamos en camino”.
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